jueves, 4 de junio de 2009

Día 8-Melancolía


Es de noche... y empieza a hacer más frío. Se acabó el verano. Pronto llego la época de hastío y hojas muertas, de días cortos y largas melancolías. El otoño siempre me afecta el ánimo. Pero es, al mismo tiempo, mi estación favorita y las peores horas de mi vida... en las tardes especiales en que la vida se viste de amarillo y sueño a nuestro alrededor, me invade una profunda tristeza, como si mi propia vida también se amarillease y marchitase. Pero, al mismo tiempo, ese sentimiento de tristeza es facilmente traducible, si se sabe envolver de un regusto dulcemente melancólico, dolorosamente tierno, cargado de recuerdos teñidos de sepia, como fotos viejas, teñidas por luces amarillas de conversaciones...

Me entrego a esos pensamientos con el mismo ardor con que me entrego a las alegrías, y experimento las melancolías como si fuesen más delicados que las esencias del presente. No logro reconozcer, pero lo presiento... soy feliz acurrucándome en la cama, frente a la ventana de mi cuarto, -que da a la calle-, y mirar... mientras pienso, y recuerdo los bueno momentos y los buenos amigos, la ausencia, la falta... admito que me sentí sola, tan sola como el último hombre en el dia del juicio. Es precisamente este momento, que me permitío el lujo de componer, ante fríos sentimientos, algún que otro relato, algún que otro verso...


Ahora me voy a volver a acostar, esta vez voy a dormir... tengo frío.

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